Un año después de que finalizara el mayor ensayo mundial de una semana laboral de cuatro días, una gran mayoría de las empresas participantes han optado por mantenerla, tras observar un impacto positivo tanto en la productividad como en el bienestar de sus empleados. Este experimento, realizado en el Reino Unido, ha marcado un hito en la forma en que se concibe el trabajo y la vida laboral.

Durante seis meses, entre junio y diciembre de 2022, los trabajadores de 61 organizaciones en el Reino Unido participaron en un ensayo de semana laboral de cuatro días, reduciendo su jornada laboral al 80% de su horario habitual, pero manteniendo el mismo salario. A cambio, se comprometieron a mantener el mismo nivel de productividad.

Un informe publicado por Autonomy, uno de los organizadores del ensayo, reveló que al menos el 89% de las empresas participantes aún mantienen la política de semana laboral reducida, y más del 51% han optado por hacerla permanente. Estos resultados reflejan el impacto positivo que tuvo la medida en la salud física y mental de los trabajadores, así como en su satisfacción general con la vida.

Los empleados reportaron disfrutar de una mejor salud física y mental, un mayor equilibrio entre el trabajo y la vida personal, y una reducción significativa del agotamiento laboral. Estas mejoras se mantuvieron un año después de finalizado el ensayo, demostrando que los efectos son duraderos y significativos.

Los gerentes y directores ejecutivos de las organizaciones participantes también coincidieron en que la semana laboral de cuatro días tuvo un impacto positivo en sus empresas. La rotación de personal disminuyó en la mitad de las organizaciones, mientras que casi un tercio señaló mejoras significativas en la contratación y el 82% informó beneficios en el bienestar del personal.

El informe destaca que las organizaciones implementaron diversos métodos para mantener una semana laboral de cuatro días, incluida la revisión de las normas sobre reuniones, comunicaciones laborales y priorización de tareas. Esto sugiere que la semana laboral reducida no solo es viable, sino que también puede ser beneficiosa para empresas de diferentes sectores.

El experimento británico se suma a otros ensayos realizados en todo el mundo, lo que refleja un creciente interés en encontrar nuevas formas de organizar el trabajo que sean más flexibles y respetuosas con el bienestar de los trabajadores.