En un descubrimiento que ha dejado al mundo de la astronomía en vilo, un equipo internacional de astrónomos ha registrado la ráfaga de ondas de radio cósmicas más lejana conocida, proveniente de una galaxia distante. Esta ráfaga de ondas, denominada ráfaga rápida de radio (FRB), proviene de una explosión de ondas de radio que duró menos de un milisegundo, y confirma que las FRB pueden ser herramientas útiles para estudiar el misterioso componente faltante del universo: la materia "perdida" entre las galaxias.
La luz de esta ráfaga ha viajado durante 8,000 millones de años para llegar a nosotros. Esta revelación fue posible gracias a la precisión del Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO), ubicado en el desierto de Atacama, Chile.
El significado de este descubrimiento va más allá de su antigüedad y distancia. La ráfaga liberó una cantidad de energía en un instante que equivale a la producida por nuestro Sol en tres décadas. "Este es un testimonio de los eventos extraordinariamente energéticos que tienen lugar en nuestro universo y de los cuales estamos empezando a tener más conocimiento", comentó el Dr. Stuart Ryder, coautor principal del estudio.
Además de proporcionar un espectáculo astronómico, las FRB están demostrando ser herramientas valiosas para la cosmología. Según el ESO, estas ráfagas pueden ayudar a medir la materia "falta", ofreciendo una nueva técnica para "pesar" el universo. Los modelos actuales presentan inconsistencias en las estimaciones de la masa del universo. Ryan Shannon, coautor del estudio, explica: "Más de la mitad de la materia que debería existir en el universo parece estar ausente. Creemos que podría estar esparcida en el espacio entre las galaxias, pero podría ser tan sutil que es difícil de detectar".
A pesar de los avances, la causa de las FRB sigue siendo un misterio. Sin embargo, este estudio confirma su relevancia para la comprensión del cosmos. Con la construcción de radiotelescopios más avanzados, como el Extremely Large Telescope en Atacama, los astrónomos esperan detectar ráfagas aún más antiguas y distantes.
El universo sigue ofreciéndonos sus secretos, y herramientas como las FRB nos acercan un paso más a desentrañarlos.